De la primera torta al emprendimiento propio: la historia de Julieta Vázquez

A veces, los caminos más genuinos se abren por accidente. Eso fue lo que le ocurrió a Julieta Vázquez, exalumna del Instituto Gato Dumas, fundadora del emprendimiento de pastelería La Petite Juliette. Con apenas 24 años, Julieta ya encontró su identidad profesional en el mundo de la cocina, y hoy mira hacia atrás con orgullo y gratitud por todo lo aprendido.

Su historia comenzó en 2019, tras finalizar otra carrera universitaria. Con ganas de explorar un nuevo rumbo, eligió la cocina, una inquietud que siempre la había acompañado. Pero al momento de inscribirse, los cupos en la carrera de cocina estaban completos, por lo que decidió empezar por Pastelería Profesional. Sin saberlo, esa decisión marcaría su futuro.

Durante sus estudios, recibió constantes comentarios positivos por parte de sus docentes, quienes la alentaban a abrir su propio emprendimiento. Aún con dudas, dió su primer paso profesional con la elaboración de una torta que marcaría un antes y un después. La experiencia fue tan gratificante —y el resultado tan exitoso— que decidió animarse a más.

Tiempo después, viajó a España, donde vivió sus primeras experiencias profesionales fuera del país. Allí descubrió un interés aún más profundo por la cocina en general, por lo que completó también la carrera profesional en este rubro. 

 “El orden es fundamental en la cocina. Tener el espacio limpio, organizado, es la base para poder crear”, afirma, convencida de que la técnica y la disciplina son pilares de todo proceso creativo.

Hoy, desde su propio emprendimiento, Julieta se dedica a la pastelería con una estética cuidada, recetas que combinan lo clásico y lo actual, y una mirada sensible hacia los detalles. En su propuesta se refleja el espíritu que forjó en su paso por el Instituto: dedicación, pasión, y una búsqueda constante de aprendizaje.

A quienes hoy están comenzando su formación, Julieta les deja un mensaje claro:

“La cocina no es solo seguir una receta. Es usar la creatividad, la pasión, y estar siempre aprendiendo. Es un camino hermoso, lleno de desafíos y recompensas. Disfrútenlo desde el primer día”.

Su historia es prueba de que cuando se combinan vocación, formación y coraje, los proyectos se transforman en realidades. Y que muchas veces, el primer paso se da sin pensarlo… pero con el corazón.

Julieta descubrió su camino casi por casualidad, pero fue la formación, el estímulo de sus docentes y su pasión por la cocina lo que la llevó a dar el salto. Hoy lidera su propio emprendimiento y motiva a otros a creer en sí mismos desde el primer día.

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